LA ACCIÒN COMUNICATIVA
Jurgen Habermas observa cómo la interacción social
del ser humano pasa de estar basada en ritos y en lo sagrado a la potencia del signo lingüístico, con la fuerza racional de las verdades sometidas a
crítica. Las estructuras de acción comunicativa orientadas a un acuerdo se vuelven cada vez más
efectivas tanto en la reproducción cultural como en la interacción social o en la formación de la
personalidad. La comunicación real está llena de problemas que
impiden estas condiciones ideales del habla. Existen todo tipo de patologías en
la comunicación humana, pero esto no excluye la necesidad de un modelo de
comunicación ideal como referencia, el modelo que el uso correcto del lenguaje
exigiría. Cuando existen perturbaciones en la comunicación todos tenemos
conciencia de que el proceso comunicador está pisando sobre supuestos no
admitidos, de que existe una anomalía. Las expectativas de normalidad quedan
desmentidas si lo que dices es falso, o no eres quién para decírmelo, o
mientes, o no te entiendo, y se produce violencia cuando no se consigue
restablecer la comunicación.
En este punto, cuando no funcionan las bases de
validez del habla y se interrumpe el proceso comunicativo, es cuando para
Habermas se hace necesario lo que él llama el discurso: una forma reflexiva de interacción que se esfuerza en
recomponer la comunicación. Si los supuestos admitidos hacen aguas, hay que
buscar un consenso en una discusión, que sea tal, que garantice la simetría y
la igualdad de oportunidades para los hablantes y donde se puedan aducir los
mejores argumentos.
Con esto quiere decir lo siguiente: cuando se
produce una situación de incomunicación y, por tanto, de violencia más o menos
encubierta, los hablantes deben crear una situación ideal de habla en la que cada hablante se olvida de las diferencias de poder, sexo,
edad... y de las normas compartidas, ya que la violencia reinante las ha puesto
en duda, y deben tener así igualdad de oportunidades para expresar los mejores
argumentos que posean para defender su postura. El consenso se produce sobre la
base de la coacción del mejor argumento: si me dejo convencer es porque pretendo que
las razones en las que se asienta mi convicción son igualmente convincentes
para cualquier hablante. El ideal de la razón está inscrito en la interacción
lingüística, la alternativa al diálogo no es otra que la sinrazón y la
violencia. odemos comprender que la
comunicación permite resolver el desacuerdo, frente a una anunciación realizada
con el objeto de poder coordinar la acción entre los interlocutores. El
desacuerdo puede enfrentarse concretando la oferta de dar las razones que
justifican la validez del acto de habla y mediante la crítica de las razones
ofrecidas esto es la evaluación conjunta de los argumentos esgrimidos por los interlocutores,
llegar a un consenso acerca del enunciado. Existe por otro lado una forma de
persuadir y lograr un acuerdo a través de pretensiones de poder, en este caso se trata de una acción
estratégica. Finalmente, en aquellos contextos sociales en que el objetivo es
la comprensión mutua es cuando, según Habermas, aparece la acción
comunicativa.
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